El Alcalde preside la reunión de la Comisión Permanente del Consejo Social de la Ciudad para abordar las consecuencias del anunciado abandono de Lorca de los franciscanos

Se trata de una reunión extraordinaria en la que se pone de manifiesto la gran aportación de esta congregación a la historia de la ciudad, donde han estado presentes de forma ininterrumpida a lo largo de los últimos 5 siglos y medio. Se ha suscrito un manifiesto que será trasladado a la Orden, en el que se subraya su servicio espiritual y cultural.

El Concejal de Participación Ciudadana en el Ayuntamiento de Lorca, Francisco Javier Pelegrín, ha informado que el Alcalde ha convocado a la Comisión Permanente del Consejo Social de la Ciudad con el objetivo de abordar las consecuencias de la anunciada salida de los miembros de la congregación franciscana residente en el convento patronal de La Virgen de las Huertas, al tiempo que ofrecer un pronunciamiento al respecto.

El Alcalde ha manifestado que la comunidad franciscana es parte de Lorca; no podríamos entender los últimos 5 siglos y medio de este municipio sin la presencia de la orden que ha prestado un servicio espiritual y cultural de valor incalculable a generaciones y generaciones de lorquinos. La presencia de los franciscanos en la Ciudad del Sol está documentada desde mediados del siglo XV, teniendo su acmé en el Convento de la Virgen de las Huertas que hunde sus cimientos en la más profunda historia de Lorca y en las leyendas que han forjado la identidad de este municipio.

Los franciscanos han sido los mejores guardianes del brillante patrimonio cultural del templo, elementos y espacios tan valiosos como el palacio califal, la Tota Pulchra, la capilla de los Condes de San Julián esculpida por Mariano Benlliure o el ciclo pictórico de la iglesia y sus estancias. Pero también han custodiado a la Patrona de Lorca, la Virgen de las Huertas, que durante siglos ha escuchado los ruegos y oraciones de lorquinos y lorquinas estando protegida y amparada por sus franciscanos.

La huerta lorquina ha crecido alrededor del templo que se consolidó como el lugar de culto y devoción de la población rural, ejerciendo de núcleo de cohesión espacial y temporal. De ahí que la comunidad franciscana desarrollara una importantísima labor educativa, complementaria de la espiritual, que permitió formar en preceptos básicos como la escritura y la lectura a millares de niños de las capas más humildes de la sociedad. Por no hablar de la labor social de los frailes que siempre miraron por sus feligreses, especialmente en tiempos de carestías y penurias, prestando un auxilio impagable por las familias lorquinas.

El cariño que profesamos los lorquinos por la comunidad franciscana es absoluto; a lo largo de los siglos los frailes han sido guías espirituales, pero también padres, maestros, consejeros, médicos,…Han hecho realidad los mejores días de millares de los vecinos en bautizos, comuniones o bodas, pero también han ayudado a otros a despedirse de esta vida con consuelo, compañía y fe. E incluso uno de los primeros eruditos que estudió la historia de Lorca y la plasmó negro sobre blanco en Blasones y antigüedades de la ciudad de Lorca fue un franciscano: el Padre Morote. Cada septiembre Lorca conmemora la festividad de su Patrona con la Feria Chica, que es un homenaje colectivo a la fe por esta deidad, pero también por su Convento y por la comunidad franciscana. Una barriada entera de Lorca surgió al amparo del Convento y de su comunidad, y las pedanías de la huerta más pobladas los tienen por custodios de su fe, su cultura y tradiciones. De los tres conventos franciscanos con los que contó el municipio, la presencia de los frailes en la Virgen de las Huertas es el último testimonio que queda de esta extensísima y próspera relación de vecindad que no nos podemos permitir perder.

Tras cinco siglos y medio de valiosísima presencia en Lorca, creemos que la comunidad franciscana tiene aún mucho futuro en este municipio. Las obras para recuperar el Convento de la Virgen de las Huertas tras los daños ocasionados por los trágicos seísmos de 2011 encaran su recta final. La restauración del templo marcará un hito por cuanto este espacio patrimonial clave de la Región de Murcia lucirá el mejor aspecto posible, contando además con nuevos incentivos turísticos y culturales como el palacio califal descubierto en su subsuelo.

No hay nadie mejor que los franciscanos para custodiar, gestionar y mostrar esta riqueza cultural, por cuanto son ellos quienes han hecho posible que tan rico patrimonio haya llegado hasta el siglo XXI, son sus legados y quienes tienen que seguir protegiéndolo para las generaciones venideras. La salida de la comunidad franciscana supone borrar un capítulo básico de la historia de Lorca y eliminar la más firme garantía de la futura pervivencia de una parte esencial de nuestro legado cultural y de nuestra identidad, corriendo el riesgo de dejar caer en el olvido episodios fundamentales de nuestra memoria si no están los frailes para custodiarlos y garantizarlos. Con la hipotética salida de los franciscanos se marchita una parte de Lorca. Con la marcha de la comunidad franciscana perdemos una parte esencial de la idiosincrasia de nuestro pueblo.

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