Reabierta en Lorca la capilla del Cristo de la Misericordia del Calvario tras su restauración

Lorca, 7 abr (EFE).- La capilla del Cristo de La Misericordia del calvario de Lorca fue reabierta hoy al público tras ser sometida a su primera restauración en casi 300 años, un proceso al que el Gobierno regional ha dedicado 107.000 euros en los últimos meses.

El presidente del Paso Morado, Fulgencio Martínez Pelegrín, explicó hoy a EFE, tras el acto de bendición de la ermita, que el resultado del proceso de restauración ha sido "magnífico" y adelantó que el templo será desde ahora sede de las juntas generales de su cofradía y acogerá oficios religiosos los domingos.

La capilla fue bendecida hoy en presencia del alcalde de Lorca, Francisco Jódar, del director general de Bienes Culturales, Enrique Ujaldón, y de la junta directiva del Paso Morado, junto a otras personas.

Martínez Pelegrín subrayó que esta capilla central del calvario lorquino "tiene un simbolismo muy especial para Lorca, con independencia del grupo escultórico que albergó en su día y, si no hubiese sido por su destrucción durante la guerra civil, sería una de las obras de imaginería más bonitas de toda la Región de Murcia".

Recordó que esas obras incluían una talla del crucificado de Luzzi y un grupo escultórico compuesto por La Dolorosa, María Magdalena y San Juan de Salzillo.

La actuación de los restauradores, que terminó el pasado octubre, ha devuelto "su esplendor original" a las pinturas murales, el retablo, realizado por Jerónimo Caballero en 1714, y el camarín de planta cuadrada, con bóveda de arista y pavimento cerámico valenciano de 1771, que fueron instalados tras la construcción de la ermita, que data de 1693.

El estado de conservación del conjunto era "no de abandono, pero sí deficiente" y en los muros se observaban problemas de humedad con las pérdidas de soporte y pinturas que ahora han sido restituidas.

El camarín del Cristo de la Misericordia, que tiene las paredes adornadas con pequeños espejos y tallas de estilo rococó realizadas en 1769 por el tallista Jerónimo Martínez y culminadas por Jerónimo de Uzeta en 1772, presentaba pérdidas de soporte y molduras, carencia de la mayoría de los cristales decorativos y una gruesa capa de goma laca muy amarilla impedía ver los tonos rosáceos.

El retablo estaba cubierto por una gruesa capa de suciedad además de por lacas ennegrecidas por el efecto del paso del tiempo, tenía pérdidas de talla y molduras y el dorado presentaba desgastes en las zonas de más uso.

En el retablo los trabajos han consistido en limpieza, arreglo de grietas y tallado de faltantes, estucado, reintegración cromática, dorado y resanado del oro y protección final.

Las actuaciones, que se han ejecutado en seis meses, han consistido en limpieza, sentado de color, estucado, reintegración cromática y protección final en lo que se refiera a las pinturas murales. EFE

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