El Consejo de Gobierno ha dado el visto bueno a la declaración como Bien de Interés Cultural Inmaterial de la tradición del bordado de Lorca. Asimismo, quedan protegidos los bienes muebles e inmuebles vinculados a la tradición del bordado.
La documentación existente revela la importancia que el arte del bordado tuvo en esta ciudad hasta el Renacimiento. A mediados del siglo XVI, Lorca fue un importante centro de producción de bordado, destinado principalmente a la confección de prendas para ornamentos religiosos, bien fueran para la liturgia o para el culto.
El bordado, que tiene como inspiración el 'punto de figura' o 'pintura de aguja' italiana, evolucionó a lo largo del siglo XIX gracias a los desfiles bíblico-pasionales.
En concreto, tras la desamortización eclesiástica desaparecieron las obras escultóricas, por lo que los cofrades comenzaron a vestirse con mantos decorados en recuerdo de momentos históricos de la tradición bíblica.
Surgió de este modo una manifestación cultural única en la Región y una tradición que se ha mantenido hasta la actualidad por los desfiles bíblico-pasionales, en los que cada año mejora la originalidad del diseño y las calidades del bordado.
El bordado se caracteriza por la aplicación de las labores en tejidos de gran calidad utilizando materiales nobles como seda y oro. Para la elaboración de estos bordados se utilizan técnicas como la de seda matizada, en la que el dibujo se perfila sobre el papel de seda y se coloca sobre el lienzo para después comenzar a bordarlo.
Otra de las técnicas, denominada 'canutillo de oro', se realiza sobre una base con realce para los motivos fitomórficos y geométricos inspirados en la antigüedad clásica.
Los tipos de oro más utilizados son brillo, mate y briscado, a los que puede añadirse perlas y pedrerías. Asimismo, se trabaja el oro con punto corto, conocido como punto plano. Estos bordados se realizan directamente sobre el tejido definitivo, bien sea raso, terciopelo o cualquier otro.
La salvaguarda de la tradición del bordado en Lorca pretende que este oficio no desaparezca y pervivan los conocimientos trasmitidos de generación en generación, no solo respecto a la dirección artística sino también a los talleres artesanos de bordado.