El personaje de Alfonso X estrenará en el Desfile Parada del sábado una réplica exacta de la Corona de los Camafeos custodiada en la Catedral de Toledo

Se trata de la primera corona regia hispana; cuenta con cuatro cristales a modo de zafiros y cuatro camafeos

El Concejal de Cultura y Festejos del Ayuntamiento de Lorca, Agustín Llamas Gómez, junto al Concejal de Economía y Hacienda, Fulgencio Gil, y el Presidente de la Federación San Clemente, Luis Antonio Torres del Alcázar, han presentado la corona que lucirá el personaje de Alfonso X en el Desfile Parada de la Historia de Lorca de este sábado y que es uno de los grandes estrenos de la Federación de San Clemente para esta edición de las fiestas".

La Corona de los Camafeos es una una réplica exacta de la original custodiada en la Santa Iglesia Catedral Primada de Toledo. Ha sido realizada en plata sobredorada, ágata y cristal por el metalistero de la Casa de SM el Rey, el lorquino Andrés Barnés Sánchez-Fortún. La pieza luce cuatro camafeos de glíptica napolitana con certificados de autenticidad".

La corona de Alfonso X es una pieza de extraordinario valor, puesto que no se conserva ninguna corona regia hispana anterior a esta. Se trata pues de una joya excepcional de los emblemas regios hispanos.

La corona tiene su origen en el tesoro de Sancho IV y consta de ocho placas o eslabones rectangulares bordeados por una sencilla moldura fileteada. Cada eslabón se corona con un castillo. El conjunto de placa y castillo forman una sola pieza fundida y repasada con cincel en plata sobredorada.

Las placas llevan en cada extremo dos y tres cilindros respectivamente, atravesados por un pernio rematado en la parte superior en forma de perilla. Como la parte inferior no esta´ remachada, se puede abrir la corona por cada articulación de las placas. Aunque se ha querido encontrar un origen bizantino para este sistema de bisagra, hay que reseñar que es el habitual en la orfebrería de la época, tal y como podemos ver en obras de eboraria como las vírgenes abrideras hispanas del siglo XIII. La forma de los castillos que rematan las placas se compone de tres torres y su modelo arranca ya en siglo XII, aunque en algún caso ciertos investigadores aseguren que sólo pertenecen al siglo XIII avanzado. El tipo de vano que se abre en el castillo, arcos y especialmente rosetones se difunde ya en la época de Alonso VIII, tal como podemos observar en la estola y el manípulo de San Isidoro de León, bordados por Leonor de Aquitania. Los arcos trilobulados que forman los arcos en la corona figuran ya en las placas del altar de Sevilla. El gran rosetón central del castillo de la corona adopta claramente una forma radial.

Al tratar del posible significado de la corona, el aspecto del castillo se trata más bien de una "catedral gótica, rematada en torres almenadas que dan paso a un cuerpo inferior diferente del adarve de los castillos del emblema contemporáneo. En la puerta central se aprecia claramente un crucifijo con el sudario de Cristo enrollado sobre el madero trasversal, evocación inequívoca de un edificio religioso". El carácter religioso de la corona y su relación con la espada conservada en la Real Armería, hace pensar en su destino para ser utilizada en la Coronación como Emperador.

Cuatro cristales, a modo de zafiros, y cuatro camafeos, dispuestos uno a uno alternadamente en cada uno de los eslabones, completan el conjunto. Los cuatro cristales son grandes y van encapsulados en unas cajitas con cordoncillo granulado periférico, que a su vez se fijan al eslabón con dos remaches. Para sujetar el cristal a la cápsula se usan cuatro garras. Los cristales que hacen de zafiros poligonales son de volumen acusado sobre la superficie del eslabón. Los camafeos son cuatro y se montan sobre plaquitas de ágata que fijan las cabezas recortadas en el mismo material. Estos camafeos presentan dos tipos: dos sobre ágata rosácea y dos sobre ágata sardónica.

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