El Concejal de Turismo del Ayuntamiento de Lorca, Francisco Montiel, ha recogido esta mañana en un acto protocolario celebrado en el Instituto de Turismo de la Región de Murcia la Bandera Azul que ondeará en la costa lorquina, demostrando que sus playas son un lugar extraordinario para disfrutar del medio ambiente y del mar y que su obtención no fue fruto de la casualidad sino la respuesta a la calidad del litoral y al trabajo realizado para cumplir con los parámetros necesarios para su concesión por la Fundación para la Educación Ambiental (FEE).
Desde la Concejalía de Turismo se solicitó en junio de 2016 que se realizara la preceptiva visita por parte de los inspectores. Tras el informe favorable se puso en marcha una comisión de trabajo para lograr la aprobación definitiva y mejorar el estado de la cala, obteniendo en mayo de 2017 por primera vez y en 2018 por segunda vez la Bandera Azul. Ahora se reedita tras seguir cumpliendo con los distintos parámetros y estándares de calidad y haber desarrollado las actividades de información y educación ambiental necesarios.
Nuestra cala ha cumplido con los estándares de calidad de las aguas de baño, realizando análisis cada treinta días en época de baño y sumando ocho al año como mínimo. También se controlan los parámetros físico-químicos para comprobar que el ph se encuentra en rango normal, que no hay contaminación flotante y que no hay vertidos de aguas residuales. Es necesario también que la playa cuente con un plan de limpieza, disponga de contenedores y recogida selectiva de residuos, presencia de equipo de salvamento cualificado, equipo de primeros auxilios y accesos fáciles y seguros.
También debe contar con acceso y servicios para personas con discapacidad, debiendo señalizar en un mapa o panel todos los servicios e instalaciones de la playa, así como la información sobre normas de seguridad, exposición del resultado de los análisis de agua, información de las actividades medioambientales que se van a realizar, información sobre el programa de bandera azul, teléfonos de contacto y seguridad, entre otros.
Este proyecto surgió en manos de la Fundación para la Educación Ambiental (FEE) en el año 1985 en Francia, y comenzó a extenderse por el continente con el apoyo de la Comisión Europea, aunque en la actualidad son 49 países de todo el mundo los que participan en el proyecto.