Discurso Francisco Jódar:
Compañeros de la Corporación Municipal; señoras y señores concejales del Ayuntamiento de Lorca durante los últimos treinta años; amigas y amigos, muy buenas noches.
El 3 de abril de 1.979, los lorquinos no dirigimos a las urnas con la ilusión de elegir, muchos por primera vez, a quienes regirían los destinos de nuestro Municipio durante los siguientes años. Fue una fecha histórica; un día para el recuerdo, un día en el que las ciudadanas y ciudadanos poníamos nuestras esperanzas en un sobre cerrado que escondía en su interior un ilusionado voto, una apuesta decidida por el futuro, la pluralidad y la libertad.
Han pasado treinta años desde entonces, treinta años en los que nos hemos acostumbrado a votar, treinta años en los que decenas de lorquinos de diversos colores políticos han dado un paso al frente concurriendo a unas elecciones con el único objetivo de trabajar por Lorca y por los lorquinos, por su ciudad, por sus vecinos, sus Barrios y Pedanías.
Hoy, cuando se acerca la celebración del día de la Constitución, queremos desde el Ayuntamiento sumar a esta festividad un homenaje sincero a quienes han tenido el honor de representar a la ciudad de Lorca y defender los intereses de todos los que aquí vivimos. Es este un homenaje necesario hacia quienes alguna vez decidieron que podían contribuir a engrandecer su municipio y trabajaron por los objetivos comunes que tenían que ser alcanzados por nuestra milenaria población para ser un lugar mejor donde vivir.
Al igual que aquel 6 de diciembre de 1.978, al igual que aquel 3 de abril de 1.979, es el espíritu de la concordia y la colaboración el que nos reúne ahora aquí. Con el mismo sentido del deber que vestían los españoles de la Transición, el mismo deseo fiel bordado en el alma, la ciudad de Lorca quiere realizar hoy un agradecimiento colectivo a los ciento cuarenta hombres y mujeres que un día recibieron la confianza de sus vecinos a través de las urnas para gestionar los recursos de la Ciudad del Sol.
No os imagináis el orgullo y la admiración que me produce, como actual Alcalde de Lorca, el ver reunidas a todas las personas que me precedieron en la tarea de trabajar cerca de nuestros ciudadanos, representándolos, y haciéndolo cada uno de nosotros desde nuestras convicciones, nuestras ideas y proyectos, pero aunando todos esfuerzos, con el objetivo común del bienestar y el progreso de esta tierra que nos acoge.
Hemos tenido durante este acto la oportunidad de escuchar las sabias voces de algunos de los protagonistas de estas tres décadas de democracia en Lorca.
Ahora quiero yo no solo hablar de la feliz etapa de nuestra Historia que hoy homenajeamos, sino lanzar una mirada al futuro que parta desde la experiencia de estos años, unos años que tienen que ser siempre un referente para el día de hoy y para el día de mañana, y que deben estar presentes de forma permanente en nuestro recuerdo, para actuar conforme a los nobles principios de aquellas personas que tanto hicieron por Lorca, de aquellos alcaldes y concejales a quienes siempre agradeceremos su dedicación.
Hoy vivimos tiempos difíciles. La dura situación que estamos atravesando en todo el país ha provocado una sensación de desconfianza hacia los políticos, que se ve avivada por la negra llama de la gestión aprovechada. Hoy, los políticos nos hemos convertido en una diana en la que muchos ciudadanos arrojan su desesperación. ¿Qué queréis que os diga? Es normal.
Esa crisis que hace tiempo que dejó de ser económica para adquirir también tonalidades sociales e ideológicas, ha maniatado de pies y manos a muchos ciudadanos. Bajo la sombra, la desilusión se ha apoderado de personas normalmente comedidas que ante la incertidumbre de lo que ocurrirá mañana, descargan su ira contra los políticos. Y es verdad que algunas veces tienen razón, para qué vamos a engañarnos. Pero en la mayor parte de las ocasiones estas críticas son frutos de la irracionalidad.
Todos los que hemos participado en la gestión de nuestro municipio desde un cargo electo, como todos los que hoy sois homenajeados, queridos amigos y amigas, sabéis que la política no solo no es fácil, sino que muchas veces duele. Todos, desde la responsabilidad que los lorquinos nos conceden, trazamos el plan ideal de lo que Lorca necesita, de cómo podemos crear la Lorca amable, accesible y que todos que queremos.
Pero estos planes siempre encuentran obstáculos en su camino, obstáculos que unas veces podemos salvar y que otras veces nos hacen retroceder o, incluso, tener que esperar una nueva ocasión para poder llevarlos a buen fin. Y cuando hemos creído firmemente en esos objetivos y vemos cómo, por problemas de cualquier índole, no se pueden realizar, nos duele y nos hace sufrir.
Quizá sea ese dolor por aquellas cosas que no se pueden hacer la principal frustración que encuentra un político durante su gestión. Pero son muchos más los sinsabores que hallamos en este mundo. El poco tiempo que tenemos para destinar a la familia es uno de los más importantes, y es que la vida política se nutre del trabajo incansable, sin horarios y sin descansos, máxime en ésta Lorca, ancha y grande como pocas, que nos lleva a robar más y más de ese tiempo que queríamos dedicar a los nuestros.
Pero es que si no nos entregáramos con plenitud a la tarea para la que nuestros vecinos nos han elegido, estaríamos incumpliendo nuestras obligaciones y, lo que es más importante, estaríamos fallando a los ciudadanos de una manera flagrante; estaríamos fracasando, en definitiva.
También cuando nos convertimos en el objetivo de una crítica injustificada, una crítica que nace desde el desconocimiento y el sinsentido, la tarea política se convierte es una labor descarnada. Porque valorar de forma objetiva y criticar aquello que no está bien es razonable e incluso es un ejercicio de compromiso con la realidad que nos rodea. Sin embargo, cuando ese ataque no tiene ninguna motivación y su única finalidad es hacer daño de la manera que sea, la política se recubre de vestidos impropios para lo que debería ser el arte de de gobernar en beneficio de la sociedad, en beneficio de todos.
Sin embargo, por muy dura que sea a veces la política, por muchos sinsabores que uno pueda recibir, los beneficios son siempre mucho más grandes. Cuando llega ese momento en el que la convicción de que lo estamos haciendo bien se convierte en el camino que guía nuestros pasos, cuando sabemos que estamos proveyendo a Lorca de aquello que necesita, de aquello que hará más sencilla y agradable la vida de los lorquinos, de aquello que se erigirá en esencial para el desarrollo de la ciudad, esa satisfacción no puede compararse con nada, y bien lo sabéis vosotros, pues esa íntima convicción es necesaria, tanto en el ejercicio del gobierno como en el de la noble tarea de oposición, porque nace en definitiva de nuestra íntima voluntad de servir.
Y es que generar un beneficio para este municipio que tanto amamos, participar activamente en el aumento de las virtudes de las que Lorca ya disfruta por derecho propio, debe ser nuestro objetivo como gestores municipales; debe ser el fin por el que trabajamos; y cuando logramos alcanzarlo, todo habrá valido la pena, todos los sinsabores serán olvidados y todas las horas no habrán sido gastadas, sino invertidas en el bien de todos los lorquinos.
Porque la gestión municipal no es un ejercicio de permanencia eterna en un sillón, no es sentirnos superiores ni que la gente nos respete y nos salude cuando vamos por la calle, no es aparentar para que a final de mes nos llegue el sueldo. La gestión política, y muy especialmente la municipal, no puede ser nunca una labor de cara a la galería ni el arte de representar lo que en realidad no se es. Quien crea que eso es la política, nunca podrá serle útil a Lorca; quien crea que eso es la política, que no se moleste en someterse a la opinión pública.
Para poder colaborar con los grandes objetivos de este municipio, para poder ser valiosos para Lorca y para los lorquinos, solo podemos acometer la gestión municipal desde la dedicación exclusiva y obsesiva.
Porque gestionar es pensar solo en el bien común, sin tener en cuenta ninguna otra consideración que sea aleatoria o superficial. Gestionar es pensar única y exclusivamente en las necesidades de los demás y, a partir de ahí, actuar de la forma más conveniente para el beneficio colectivo, aunque muchas veces no sea el proceder más popular ni el que más cariño despierte entre los ciudadanos. Pero nuestros actos no pueden nunca estar regidos por la sonrisa gratuita, sino por la eficiencia y la responsabilidad.
Hoy, cuando realizamos este reconocimiento a todas aquellas personas que han formado parte de las diversas corporaciones municipales lorquinas desde el 3 de abril de 1.979, reconocemos a quienes han creído que podían ser valiosos para Lorca, a quienes han puesto su empeño y dedicación para colaborar en el engrandecimiento colectivo de nuestro municipio.
A todos ellos, a todos vosotros, os da las gracias ahora la ciudad de Lorca por los méritos prestados, por haber dedicado vuestro tiempo y vuestro esfuerzo, vuestras ilusiones y vuestros desvelos, por haber participado en el crecimiento en democracia de estas calles que nos acogen y nos guardan.
Durante estos 30 años, todos los que habéis tomado parte en la vida política habéis tenido momentos buenos y malos, aciertos y errores, habéis experimentado la euforia y la frustración, la popularidad y la soledad; habéis vivido etapas de alegría y de tristeza. Pero siempre habéis hecho todo lo que estaba en vuestra mano para lograr el engrandecimiento de Lorca. Que os habéis empleado con dedicación en las tareas municipales. Que cuando habéis errado, ha sido por equivocación y nunca a propósito, y siempre habéis intentado subsanar ese error de la mejor manera posible.
Desde aquellos primeros 25 concejales con José López Fuentes como alcalde, hasta la corporación que ahora tengo yo el honor de presidir, todos los que hemos integrado el Ayuntamiento hemos querido siempre lo mejor para nuestra Lorca. Nos hemos entregado plenamente, por sabernos depositarios de la confianza de los lorquinos, por saber que, por medio de sus votos, nos han entregado sus esperanzas y sus ánimos, con la certeza de que, cada cuatro años, hemos de rendir rigurosa cuenta de nuestra gestión ante esa Lorca soberana que tan alto pone el listón y que tan exigente se manifiesta, como solo los grandes pueblos saben hacer.
Porque nunca podemos gobernar sin contar con los ciudadanos, y eso todos lo sabemos. Como dijera hace más de 30 años José López Fuentes durante su investidura como alcalde, tenemos que trabajar contando “con el concurso de todos los lorquinos, porque si no, sería estéril nuestro esfuerzo”.
Treinta años después tenemos que seguir conservando ese mismo espíritu y seguir manteniendo el inmanente objetivo de trabajar por todos los que vivimos en éste gran Municipio. Tres décadas después de que el primer alcalde democrático de Lorca tomara posesión, no podemos olvidar que solo desde el espíritu de esos primeros hombres que concurrieron en el Ayuntamiento, ese espíritu que es el mismo que alumbró la transición democrática, podremos ser útiles para Lorca.
Nuestra obligación como representantes municipales debe cimentarse sobre los principios de ese proceso que supuso el gran pacto social de los españoles y la predominancia del consenso, el acuerdo y la concordia como eficaz medio de gestión. Por ello tenemos que ser la voz y las manos de aquellas personas que deciden poner en nosotros su confianza, su esperanza y su voto, y actuar conforme a su dictado.
Tenemos que solucionar sus problemas y jamás erigirnos nosotros en ese problema. Tenemos que gobernar recordando siempre que el poder no nos pertenece, que es un préstamo que los lorquinos nos hacen, porque es suyo, y tener siempre presente que los errores nos pertenecerán a nosotros, mientras que los éxitos, no lo olvidemos nunca, serán siempre hijos de todos los ciudadanos de Lorca.
Porque estamos única y exclusivamente para servir, para garantizar el desarrollo y la pacífica convivencia de todos. Si logramos cumplir con honradez y eficiencia con esas tareas, quizá podamos ser dignos de los ciudadanos de Lorca.
Ahora, precisamente, tenéis que permitidme que hable en representación de esos mismos ciudadanos para realizar el sincero agradecimiento que hoy nos reúne, ese agradecimiento a los protagonistas de la vida política durante estos treinta años. A todos, gracias por los servicios prestados, gracias por haber creído en una Lorca mejor, gracias por haberos puesto al servicio de vuestro municipio y de vuestros vecinos.
Sea también este agradecimiento para todos aquellos concejales que, desgraciadamente, ya no se encuentran entre nosotros, comenzando por Vicente Rex, que se nos fue hace apenas unos días, y siguiendo por todos los demás, a los que jamás olvidaremos, y de quienes siempre recordaremos sus mejores virtudes.
Seguiremos también recordando por siempre aquellos primeros años de democracia, recordando para no olvidar el espíritu de conciliación nacional que hizo posible aquel milagro de la Transición. Seguiremos recordando que todo será mejor si trabajamos y vivimos unidos, si seguimos creyendo firmemente que desde la conciliación podremos ser más útiles a nuestra sociedad.
Con esos valores al frente y con el recuerdo de todo lo bueno de estos treinta años, seguiremos construyendo la Lorca que todos los lorquinos soñamos. Porque es nuestra obligación hacerlo, y porque queremos hacerlo. Pero para ello, seguiremos contando por siempre con la experiencia de todos los hombres y mujeres a los que hoy homenajeamos, aquellos que trabajaron por el bien de todos los ciudadanos, y con los que siempre estaremos en deuda. Porque trabajar por Lorca, siempre merece y merecerá la pena.
Muchas gracias a todos y buenas noches.