Estamos en contra de un feminismo radical que rechaza la feminidad, la maternidad e incluso la sexualidad, convirtiendo una relación basada en el amor y el respeto en una lucha de poder.
Un feminismo utilizado como arma social y política, paras señalar y castigar a quienes no piensan igual, un lobby de presión engordado con dinero público y apoyado en la industria de género.
En el 8 de marzo reivindicamos el valor singular de lo femenino en igualdad con el valor singular de lo masculino.
Creemos en la igualdad y por eso dijimos no al indignante protocolo que la delegación iraní exigía al Congreso de los Diputados en su visita del 3 de septiembre de 2019, mientras todos callaban.
Apostamos por la protección de los más vulnerables y crearemos una ley de protección a la maternidad y al no nacido.
Trabajaremos porque en España se ayude y se proteja a las mujeres más desamparadas.