Ha vuelto a ocurrir. El Porche de San Antonio y su muralla han vuelto a ser atacados y vandalizados. Esta no es la primera vez que ocurre ya que el invierno pasado también sufrió ataques que destrozaron parte del mampuesto del tramo de muralla más próximo a la única puerta medieval de acceso a una ciudad conservada en toda la Región de Murcia. Y es que, como se decía, no es la primera vez. En otra ocasión destruyeron parte de la pintura mural que daba nombre a la misma y que también resulta ser muy singular. Desde la Asociación Lorca por su patrimonio cultural alertan de estos cada vez más habituales ataques contra nuestro patrimonio, recordando a su vez que al ser muralla se trata de un elemento que cuenta con la máxima protección que existe, por lo que solicitan que se instalen cámaras de seguridad en esta zona para poder identificar a los autores de estos delitos y ser sancionados según establece la Ley de Patrimonio de la Región de Murcia. Además solicitan que la pintada con spray que se ha hecho sea tratada por restauradores profesionales y no se aplique agua a presión ni líquidos disolventes de pintura sobre el sillarejo ya que, como reza el dicho, puede ser peor el remedio que la enfermedad, evitando con ello que vuelva a repetirse el método agresivo de eliminación de graffities sobre piedra que ya se vio hace dos años en la fachada del Ayuntamiento y su entorno.
Finalmente, desde Lorca por su patrimonio cultural recuerdan que la recuperación del Casco Histórico pasa también por la conservación de nuestro patrimonio y que se corre el riesgo de caer en el llamado "fachadismo" consistente en derribar los riquísimos e interesantes interiores para dejar un cascarón, una fachada vacía.
La muralla.
La muralla de Lorca data de la Edad Media, momento en que la ciudad se encontraba enclaustrada dentro de sus muros aunque se sabe de la presencia de arrabales como el Barrio de San Cristóbal, que hunde sus raíces en este momento. Con la conquista de Granada y el final del peligro musulmán, la muralla perdió su función defensiva y, con el paso del tiempo, fueron derribándose la mayoría de sus tramos, puertas y torres y construyendo encima o anexos, como es el caso de la antigua Colegiata de San Patricio o de casa en la Calle Cava. Pese a ello, aún se conserva en Lorca un tramo con su alzado casi íntegro en su totalidad (alguno aún posee incluso sus merlones característicos).